La espigadora

Retengo una imagen de la infancia de mi hermana revolviendo en un cajón desordenado donde mi tía guardaba todo su mundo. Igual encontrabas un par de medias, un joyero con broches o una carta amarilleando. Aquellos cajones se convertían en cofres en los que mi hermana rebuscaba para devolver a la vida aquellos tesoros olvidados.

Esas pequeñas acciones que marcan tu infancia te van constituyendo como persona y ella ha pasado de rebuscar entre los cajones a explorar los mecanismos escondidos que nos conforman como escritoras. Hoy vive entre libros, autor-izando escrituras.

Hace unos días viendo la imagen de las espigadoras que acababan con la cosecha abandonada en el campo de cebollas frente a mi casa, hallé de pronto a mi hermana, allí, rebuscando entre emociones y objetos y tratando de encontrar en cada uno de ellos motivos para echar a volar. Me di cuenta, a través de las espigadoras, que el pasado de Eva ha devenido en un presente dedicado a alentarnos a buscar en nuestros adentros, a hallar esas vetas preciosas que nos empujan a sobrevivir como buscadoras de oro en nuestras vidas, tratando de encontrar la pepita que ilumine el camino cuando todo lo demás se apague. Y todo eso a través de la palabra, sin más gesto, ni más ofrenda, como diría María Zambrano.

A ella que autor-izo mi escritura y a una bandada de pájaras que me acompañan, les debo este blog.

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